lunes, 20 de diciembre de 2010

¿Es la única solución plegarse a la UE y los mercados?

Ni en la peor de nuestras pesadillas pudimos muchos soñar lo que nos está ocurriendo. La implacable merma de derechos sociales decretada por los mercados en ausencia o connivencia de los políticos. La desfachatez de esas declaraciones que imponen desde sus Olimpos. Crecen las desigualdades sociales, ahondando en miserias y en obscenos enriquecimientos. Danza el mundo feliz en las pantallas de los televisores, entretanto, y una ciudadanía desinformada y asustada se constituye en pesada losa para el conjunto. Ningún autor de ciencia ficción del pasado previó tanto.

El histórico ex presidente socialista portugués, Mario Soares, lanza un grito, llamando a los dirigentes de su país y de España a plantar cara a la UE. Una Europa que ha traicionado el espíritu que la constituyó y hasta ahora la caracterizó, que pierde poder en hemorragia imparable, según sus propios eximios dirigentes reconocen, y que ni bailando en la cuerda con un pie, “tranquilizan” a sus amos los mercados.

La UE y todos sus componentes trabajan en el camino equivocado. Para nosotros, no para sus bien pagados políticos, ni para sus poderosos amigos. Lo aseguran incluso premios Nóbel como Paul Krugman, llamando a aumentar el gasto público como forma de salir de la crisis. En la desinformación que nos rodea, donde todo es opinable, los hechos demuestran que esa política funciona y no los ajustes que el neoliberalismo manda. El neoliberalismo que ha hundido, por ejemplo, a Irlanda en la miseria (y lo que le queda por sufrir), por más que cínicos conservadores, con Esperanza Aguirre a la cabeza, manipulen los datos, desdiciéndose con desparpajo de sus antiguas declaraciones públicas, en las que el tigre neoliberal irlandés era el modelo.

En este esclarecedor artículo –que recomiendo vivamente- el catedrático de economía y miembro de ATTAC, Juan Torres, nos explica la verdad de nuestras cuentas y a quién interesa nuestro rescate. La deuda pública española es de “600.000 millones de euros pero en relación con el PIB es casi veinte puntos menor que la media europea”. Y a ella contribuyen con entusiasmo comunidades y ayuntamientos neoliberales del PP y socioliberales del PSOE.

“La deuda privada española es mucho mayor que la pública. Las familias españolas deben aproximadamente un billón de euros a los bancos y las empresas algo más de 1,3 billones. Y, por otro lado, los bancos españoles tienen deudas, por su parte, tanto con el Banco Central Europeo (aunque fluctúa mucho, algo más de 60.000 millones de euros en estos momentos) como con otros bancos del resto del mundo, en una cantidad global muy difícil de cuantificar pero de cuya magnitud da idea el que tengan que amortizar unos 200.000 millones de euros en 2011 y 2012”, dice Torres.

Los bancos “del resto del mundo” son fundamentalmente alemanes, qué gran casualidad eh…

No entiendo qué pretende Zapatero en su huida hacia delante política, pisoteando su ideología, su programa, y a la sociedad que se comprometió a defender. Es un cadáver público, junto con el resto de su partido que traga todas las medidas antisociales, sin mover una pestaña. El registrador de la propiedad ya anuncia que también adoptará medidas impopulares, eso sí “con criterio” ¿con el de quién? El PP es una cateta marioneta de los mercados. Sin contar su manga ancha para la corrupción que hurta una considerable parcela de nuestro dinero público.

¿No tenemos pues más soluciones? Sí, decir ¡basta ya! Nada puede haber peor que el destino al que nos abocan “Bruselas” y los “mercados”. Vuelvo a Mario Soares, a su llamada vibrante y preocupada. De su excelente llamamiento a Zapatero y a Sócrates, destaco estas ideas:

“Lo que ocurre es que la política del Banco Central Europeo y de la Comisión se muestra decididamente economicista, en el sentido de que sigue los intereses especulativos de los mercados, sin rótulo identificador, y nos impone ajustes brutales en el ámbito social, ambiental, cultural y hasta educativo. ¿Para qué? Con el único objetivo de reducir el déficit y el endeudamiento exterior (de los que los especuladores han sido, en parte, responsables), nos arrastran hacia una peligrosísima recesión económica. Además de sumirnos en la parálisis política.

España y Portugal se cuentan entre las víctimas de esta estrategia obsoleta delineada por la señora Merkel y por el BCE, con el concurso de la Comisión Europea. Han sido ellos quienes nos han impuesto medidas durísimas para nuestros respectivos pueblos. No hemos podido evitarlas, de momento, para no vernos asfixiados financieramente.

Pero no debemos ni podemos quedarnos callados. Es hora de que suene nuestra voz, de decir basta y de exigir un debate europeo serio y transparente, para que el pueblo europeo comprenda hacia dónde lo están llevando los actuales líderes europeos.

La península Ibérica tiene autoridad y peso para hacerlo. Zapatero y Sócrates, en mi modesta opinión, deben entenderse en tal sentido, de modo que sean los primeros en denunciar la peligrosísima senda por la que está transitando la Unión Europea, antes de que acabe el año y sea tarde”.

De perdidos al río, presidente. Zapatero debe reaccionar y no arrastrar a España en su propia caída. Muchos agradeceríamos un digno gesto en este sentido. Coherente, sobre todo.

http://www.attac.es/es-la-unica-solucion-plegarse-a-la-ue-y-los-mercados/

domingo, 19 de diciembre de 2010

Sobre los muertos del comunismo soviético y los del capitalismo ruso: Veintitrés escalones más abajo

En la historia no hay nada ni nadie, salvo las personas, que al actuar entren inevitablemente en relación unas con otras. La gente es el principal recurso de cualquier desarrollo social.

Es maravilloso disponer de unas riquezas naturales únicas, pero sólo con el trabajo de la gente se convertirán en riquezas sociales. Es el ABC del marxismo. Y cuando se comienza a hablar sobre valoraciones de los recursos del país, la población es lo que habríamos de tener en cuenta en primer lugar.

La gente astuta y malintencionada que trabaja actualmente en este campo de la historia, ha creado una gran cantidad de mitos y leyendas, que en ocasiones degeneran en auténticas patrañas.

Los detractores profesionales del socialismo y del sistema soviético, son los que más empeño ponen.

Es como si hubiesen organizado una competición entre si, para ver quién de ellos, del modo más indecente e imperdonable, se atreve a inventar un mayor número de ''víctimas del Poder Soviético'' en los años 30. 60 millones de personas 80 millones 100 millones se sobreentiende que refiere a población adulta, ante todo hombres. Parece que ni se les pasa por la cabeza, que todas esas fábulas las podría rebatir cualquier chiquillo de 5º de primaria.

La población de la URSS en el año en que se creó el estado unificado ascendía a 136,1 millones de personas. De los cuales, a finales de 1922, 63 millones eran hombres. ¿Qué nos queda si restásemos aunque fuese esos 60 millones de míticas víctimas? ¿Quién luchó entonces en la Gran Guerra Patria? ¿De dónde salieron entonces en una sola República Socialista Federativa Soviética Rusa, 51 millones de hombres en 1939? En total en toda la Unión Soviética había en aquel momento cerca de 93 millones.

Tomemos una comparación más, que siempre rehúsan hacer los antisoviéticos. Me refiero a los tiempos de crecimiento en la RSFSR y en los Estados Unidos de Norteamérica (que era el nombre oficial hasta la Segunda guerra mundial de los actuales EE UU). ¿Por qué de la Federación Rusa y no de toda la Unión Soviética? Porque en los años 30, el territorio de la RSFSR no sufrió variaciones, mientras que en la URSS entraron cuatro nuevas repúblicas -Moldavia, Letonia, Lituania, Estonia,- así como Ucrania occidental y Bielorrusia occidental. En los 13 años, que pasaron entre los censos de población de los años 1926 y 1939, el número de habitantes de la RSFSR creció en un 13,5%. Por cierto, que esto no son datos de la Dirección Central de Estadística de la URSS, cuyas cifras tanto gustan poner en duda los defensores del capitalismo, sino datos que han sido escrupulosamente verificados por los estudiosos del actual Instituto de Investigaciones Científicas de Estadística, dependiente de la Agencia de Estadística de la Federación Rusa (Rosstat).

La población de los EE UU de Norteamérica, que continuaba ascendiendo gracias a los flujos migratorios de Europa y otras partes del mundo, en la década entre 1930 y 1940, creció en un 8%. Son datos muy elocuentes.

Pero volvamos a Rusia. En los años 30 la población aumentó en 13 millones de personas. Comparemos estos datos con el crecimiento poblacional en la Rusia zarista en una época bastante próspera, comparada con la actual, como fue la primera década del s.XX. Durante el periodo comprendido entre 1901 y 1910, la población de Rusia creció en 13,37 millones de personas.

Volvamos al detallado estudio del director del IEC de estadística de la Agencia de Estadística de la Federación Rusa, el profesor Vasili Simchera: ''Desarrollo de la Economía en Rusia durante 100 años. Sucesión histórica'' (editorial Nauka. 2006). En este trabajo se analiza minuciosamente la dinámica de la cantidad de población durante el s.XX. Son especialmente interesantes los datos sobre el crecimiento anual de la población. Veamos cuales fueron las variaciones que se dieron en el periodo entre la Guerra Civil y la Gran Guerra Patria.

Las consecuencias demográficas de la guerra civil fueron muy perceptibles, incluso en 1923, cuando el crecimiento aún era negativo en un 0,2%. Por el contrario, en los 3 años siguientes, comenzando desde el 24 a 1926 ambos inclusive, se dio un crecimiento record, que alcanzó el 1,9% anual. Después, en los 11 años siguientes, se observó un crecimiento estable de la población.

En la RSFSR, crecía a razón de un 1,1% (algo más de un millón anual). Y de repente, observamos otro repunte. De nuevo, y en el transcurso de tres años, se da un notable crecimiento demográfico, cifrado en un 1,6% anual (1,7 millones al año). Pero presten atención a los años de que estamos hablado: 1938, 1939, 1940.

No, no tengo la menor intención de desmentir, con todo el conjunto de datos estadísticos fiables comprobados y revisados en múltiples ocasiones en el Instituto de investigaciones Científicas de la Agencia de Estadística de la Federación Rusa, el que hubiese represión en la segunda mitad de los años 30. Y por desgracia tuvieron un carácter masivo. Pero rechazo categóricamente la acusación que se hace contra el Partido Comunista Bolchevique y el Poder Soviético, de que se llevase a cabo un genocidio contra su propio pueblo. El mito sobre ese supuesto genocidio es falso de principio a fin. Acusar de ello al Partido Comunista y al Estado Soviético, es una calumnia maligna, como lo demuestra la imparcial estadística.

Durante el siglo XX la población de Rusia creció en 76,1 millones de personas. Es decir en más de dos veces. Los científicos han calculado, que la población del país hubiera podido multiplicarse por cuatro en relación con 1900. Pero hubo, sobre todo, 3 ''fosos demográficos'' que lo impidieron.

El primero de ellos está relacionado con la Primera Guerra Mundial y la Guerra Civil. Durante esos años la población se vio reducida en 3,2 millones de personas. El Poder Soviético pudo restituir las pérdidas de las dos guerras en apenas dos años, y ya para 1925 fue superado el pico del periodo prebélico, en cuanto a población se refiere. En total, en los años de la construcción socialista, previos a la 2ª Guerra Mundial, la población de la RSFSR aumentó en 20 millones.

La segunda fosa demográfica profunda, fue ''excavada'' durante la Gran Guerra Patria. Además hay que tener en cuenta que la guerra seguía causando nuevas víctimas hasta el año 1950, incluido. El número total de población, que no dejaba de descender durante la década de 1941 a 1950, se estima en 8,6 millones. De ellos, a 2,6 millones la muerte los alcanzó con su huesuda mano, en los cinco años que siguieron a la Gran victoria. Recuperar la población a niveles previos a la contienda sólo se pudo en 1955.

La tercera fosa demográfica es posiblemente la más trágica, ya que resulta imposible encontrar justificación. Fue excavada en años de paz. En ese periodo, de acuerdo con las valoraciones comúnmente aceptadas, ya no se llevaba contra nosotros ninguna ''guerra fría''. La restauración del capitalismo ''fusila'' implacablemente a casi un millón de personas al año. Y así lleva haciéndolo 16 años.

Hoy quedan en la Federación Rusa los mismos habitantes que había en 1984 en la RSFSR. En cuanto a niveles de población, hemos vuelto a cifras anteriores al inicio de la Perestroika. ¿Acaso no es esto simbólico? Y amargo, no en menor medida.

23 años borrados del curso demográfico natural de la historia de Rusia. 23 escalones más abajo. ¿Acaso no es suficiente? Es lo mismo que duró el reinado del zar Nicolás II ''el Sangriento'', y que trajo como consecuencia la Gran Revolución Socialista de Octubre.

La propaganda de la restauración capitalista se esfuerza en justificar la agonía del país atribuyéndolo al eco demográfico de la guerra. Es cierto que la invasión del fascismo a la Unión Soviética genera ese eco. Pero atribuirle a él el actual genocidio (un genocidio auténtico, no inventado por astutos y mañosos políticos manipuladores) es imposible.

La primera ola del eco demográfico de la Gran Guerra Patria llegó hasta nosotros en la segunda mitad de los años 60, tras dos décadas, desde la Victoria. Entre 1968 y 1971 el crecimiento de la población cayó casi a la mitad y se quedó en el 0,5% anual. Los cuatro años siguientes, ese indicador no pudo pasar del 0,6%. Luego la curva de crecimiento fue nuevamente hacia arriba y se acerco al 1%.

La segunda ola siempre es más débil, menos perceptible. Pero no se puede ignorar. Es cierto, que medio siglo después del comienzo de la Gran Guerra, es decir en los años 1990-1991, el crecimiento de la población en comparación con los años anteriores, se vio reducido a la mitad, bajando hasta un 0,4% anual.

Pero posteriormente comenzó la extinción. Desde 1994 la cifra total de población del país se ha reducido en 6,7 millones de personas. Las perdidas reales fueron 1,5 veces más, ya que hay que tener en cuenta, que en esos años llegaron a la Federación Rusa más de 3,5 millones de personas, provenientes de los ''nuevos estados''.

Por consiguiente, la restauración capitalista ha ''fusilado'' a no menos de 10 millones de rusos. Eso es más, que las perdidas de población que sufrió Rusia entre 1941 y 1950.

Se deduce, que el capitalismo, impuesto al país por la fuerza, no es menos inhumano que el fascismo hitleriano. Se está destruyendo sin compasión el principal recurso del país. En consecuencia, para la salvación de Rusia, ese capitalismo inhumano debe ser vencido de una manera tan decidida e implacable, como nuestros padres y abuelos acabaron con el odiado enemigo, ofreciendo al planeta una Gran Victoria.

En esta lucha actual -la guerra es la guerra-, la selección de los medios viene definida por las circunstancias. Una papeleta electoral, si sabemos utilizarla de modo razonable, puede convertirse en leyenda, al igual que las ''katiushas''. Siempre y cuando, claro está, que la potencia de fuego de la papeleta sea respaldada por la ofensiva de todo el pueblo trabajador.

Original publicado en la edición 118 del Pravda con fecha 25 de octubre de 2007
http://www.bitacora.com.uy/noticia_1170_1.html

lunes, 13 de diciembre de 2010

Un verano en diciembre

Uno, que ocasionalmente tiene incomprensibles achaques de insulsa nostalgia, a veces sueña con los meses de Julio, Mojácar, los Rolling Stones y los 15 años. Sobre todo en el mes de diciembre, y más cuando hace frío, aunque hoy no sea el caso.
Para ello voy a recuperar un fragmento de un texto que escribí hace tiempo pero que viene que ni pintado para esta ocasión. Así que, me tomo la libertad de citarme a mí mismo.

(..)La verdad es que me gusta la playa, pero no el bullicio de los grandes destinos turísiticos "typical spanish" como Benidorm, Salou, Torrevieja... y tantos otros miles de pueblos y ciudades del litoral -a cual más hortera- que son carne de viajes del inserso y de fiestas multitudinarias de gente jóven y música electrónica. Lo cierto es que nunca he estado en ningún sitio de esos, ni falta que hace.
Resulta paradógico que diga esto, cuando Jávea sea prácticamente lo mismo, aunque a menor escala.
E incluso Mojácar. Sin embargo, la primera vez que fui, hace ya casi quince años, era un sitio diferente. Fue un reducto del movimiento hippie en España, sembrado de enormes playas de arena y rocas, pero no rocas puntiagudas de las que hacen daño al pisarlas sino de cantos rodaos, como los de la garganta de mi pueblo. Playas en las que no escuchaba más que el suave acariciar del mar en la orilla y como quiera que se llame el sonido que emiten las gaviotas. A veces se intuía en el viento alguna canción de Janis Joplin, que sonaba lejana como evocando tiempos ya pasados en aquella playa. Si uno se adentraba en ella, no se podía sentir más alma que la de uno mismo a lo largo de toda la extensión de arena, encajonada dentro de una especie de valle y rodeada de vegetación típicamente desértica. Al avanzar por la playa con el mar a tu izquierda había un chiringuito, que no se si seguirá allí, fabricado con cáñamo; de hecho no era el típico chiringuito al uso, pues realmente estaba en medio de la nada. No había carretera, sólo un pequeño camino de tierra. Tampoco se podía ver ninguna casa si uno giraba sobre sí mismo. El dueño del garito en cuestión era un inglés de unos sesenta y tantos, con una larga barba blanca y tez morena, que decía que Hendrix aún vivía mientras apuraba el porro al que siempre estaba ligado.
Un poco más al norte, pero no muy lejos de allí, está el pueblo de Mojácar, enclavado en el vertice descendente de una especie de sierra a un par de kilómetros de la costa. Una parte del pueblo mira al mar, la otra a la montaña, y una tercera a la planicie que se extiende tierra adentro, plagada de huertas y cultivos de secano. El pueblo es casi enteramente peatonal, pues sus calles son estrechas como corresponde con su arquitectura árabe, que ha sido respetada en parte. Todo está en cuesta, prácticamente sólo la plaza del pueblo es llana. Ésta tiene un enorme balcón desde el que se divisa la zona de la planicie bajo el pueblo. Los atardeceres desde allí son los más bonitos que he visto en mi vida.
La línea de costa adyacente al pueblo tampoco era tan horrible. Ni siquiera había paseo marítimo. Sólo arena y una carretera, rodeada de casas bajas. Sólo un par de hoteles afeaban la silueta de la playa y la sierra.
Guardo enorme cariño a toda esta zona. Quizá sólo guarde cariño a los recuerdos, pues ahora todo aquello está sembrado de hoteles de 10 plantas, campos de golf y urbanizaciones que se pierden en la línea del horizonte. El hippy que escuchaba a Janis Joplin seguramente estará muerto y el chiringuito tendrá el techo caido, o estara sembrado de palmeras, cactus y demás plantas de la zona. Y donde no había más que paz y plantas de marihuana, ahora hay urbanizaciones de lujo.
En fin, la raza humana es así de gilipollas. Pasamos una apisonadora por encima de lo realmente bueno, o lo tiramos a la basura en beneficio de lo que algunos llaman progreso -me rio yo del progreso- y bienestar, que a menudo no son más que cosas superfluas. Piscinas, merecedes, campos de golf. A la mierda(..)

Al volante, gritos

Hoy me he dado cuenta -bueno, hace tiempo- de que hay una relación más o menos directa entre la conducción y el civismo, y por ende, el carácter egoísta de los españoles.
Sí, todos los días me toca coger el coche para ir a trabajar, y uno que intenta hacer las cosas bien a veces pierde los nervios con las actitudes al volante del personal.
Ya no es ir rápido o lento, que según Pere Navarro es la causa de los accidentes (cosa que por otra parte no es cierta) si no el descuido, la poca solidaridad y el egoísmo del 90% de los conductores; parece ser que ellos son los únicos en la carretera, los dueños del carril izquierdo y los 'poleman' en los semáforos.
Pues sí, esto que parece una nimiedad no es otra cosa que una faceta más de la actitud typical spanish, prepotente, descuidada, tramposa, vaga y egoísta. Cuando oigo lamentos acerca de nuestro handicap (a muchos niveles) con respecto a los paises europeos, yo siempre pienso: somos un país de paletos.
No quiero sugerir que por ello merezcamos -incluso los más mezquinos en estos aspectos- tal dosis de precariedad y de pitorreo en lo económico, pero desde luego esa visión que se tiene de nosotros en lo pseudocultural (sevillanas, toros, siesta) cambiaría sustancialmente. O eso me gustaría creer.
Un servidor seguirá mientras tanto intentando ser una persona cívica, aunque pierda los nervios más de lo que debería.